Como un rollo de fotos guardado mucho tiempo que encontramos y llevamos a una casa de fotografías de esas que aún hacen revelados.
Y de repente, aparecen en un papel esas caras, esas manos. Esas personas que fuimos y ya no somos. Y andá a saber por qué ya no somos.
Darme cuenta que tengo la terrible necesidad de abrazar y que me abracen, que me contengan, que me sostengan desde esos lugares que yo no sé ni puedo.
Darme cuenta de que te busco a vos, el necesitado de contención, de mujer, de hambre, de abrigo. Para eso mismo: para ser abrigo, contención, alimento y mujer todo el tiempo.
Saberme tan frágil, y por eso protegida con capas de grasa, para que no se rompa el cristal que llevo dentro.
Saberte ahí, tan lejos por el miedo. Tan y absolutamente paralizado por el miedo de sentirse correspondido, que dan ganas de golpearte los ojos a gritos.
Busco un igual que se parece un poco a vos. Y vos no ves que me parezco, ni que necesito todo eso que vos necesitas. Y que yo sí estoy dispuesta a dar , de manera casi incontenible, como desbordada de la necesidad de brindarte todo esto. Mi miedo pasa por no saber pedir lo mismo.
No sé decir que te necesito. No sabés que me necesitás.
Así nunca nos vamos a encontrar.
Y cómo vos creés en los milagros, y yo me reconozco y te reconozco espejo, voy a tener que creer yo también.
Espero que algún día nos enfrentemos y nos reflejemos, revelando nuestros brillos, despojados del miedo y del cansancio de estar solos.
Hoy me di cuenta de lo lejos que estamos.
Y de lo cerca que podríamos estar.
viernes, 28 de septiembre de 2012
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Juan y José
"Que cosas Juan, tanto rodar y estamos otra vez en donde lo dejamos.
Pero a ti Pepe, que te quiten lo bailado. Y gracias Pepe por llevarme a bailar"
Creo que lo tengo que dejar en eso. Una anécdota.
Aunque siento que hay más detrás. Mucho más de lo que él sea capaz de admitir, o mejor dicho, saber.
Mucho más de lo que yo jamás le admita, aunque yo si lo sepa.
Tengo que aprender a lidiar con mi falta de taoísmo para estas cosas. O sea, en esperar cosas. Ya sea lo bueno, lo malo, lo cinematográfico, lo trágico. Nada sirve.
Si las expectativas las pudiera bajar a cero, o a lo mínimo posible, no había dolor, y menos, sufrimiento.
La semana pasada le dije a él que el sufrimiento era optativo, y aquí estoy, sufriendo por una falta de un llamado, por una realidad que no es y todas esas mierdas.
Desde la lógica sé que no tengo ni que pensar en vivir un romance con alguien tan inestable, que sigue obsesionado de manera casi peligrosa con una ex, que no registra en su cuerpo la cosquilla, la quemazón, la duda.
El problema es que hace poco vi esa película, Amigos con hijos, una comedia romántica para un domingo a la tarde, y las putas frases del cine (que son las que siempre me metieron en problemas) me quemaron la cabeza. Hay una escena, cuando ya es casi tarde, que el flaco cae que "la parte del amor es la parte del compartir, de lo de todos los días", y en ese momento pienso en él , y todos los mates lavados que me cebó me dan una acidez capaz de perforar el mármol.
¡Con lo pacata que fui de adolescente! y ahora ando por ahí, teniendo sexo con un amigo y cagándola de una manera soberana.
O no. Quizás un día deje de cagarla, y me enganche con un tipo real yo también. El tiene a quien amar en su idealista cabeza, y yo hago algo así con él, pero no tanto. Quiero creer que no tanto.
Por un momento pensé: yo a esto ya lo viví. Entonces, y como tengo muchas vidas y no las recuerdo todas, fui a los archivos, a los libros de la buena memoria. Y en mis cuadernos y en mi viejo blog encontré datos, fechas, sensaciones imágenes y descripciones exactas de todo esto!
Parece ser que me condenaron a amar profundamente a aquellos que no me corresponderán jamás, así que todavia estoy a tiempo de abandonar este barco antes de que naufrague en mis lagunas mentales.
Mis psicólogos estarían orgullosos de mi.
Y yo también. Aunque esto lo piense llorando
Pero a ti Pepe, que te quiten lo bailado. Y gracias Pepe por llevarme a bailar"
Creo que lo tengo que dejar en eso. Una anécdota.
Aunque siento que hay más detrás. Mucho más de lo que él sea capaz de admitir, o mejor dicho, saber.
Mucho más de lo que yo jamás le admita, aunque yo si lo sepa.
Tengo que aprender a lidiar con mi falta de taoísmo para estas cosas. O sea, en esperar cosas. Ya sea lo bueno, lo malo, lo cinematográfico, lo trágico. Nada sirve.
Si las expectativas las pudiera bajar a cero, o a lo mínimo posible, no había dolor, y menos, sufrimiento.
La semana pasada le dije a él que el sufrimiento era optativo, y aquí estoy, sufriendo por una falta de un llamado, por una realidad que no es y todas esas mierdas.
Desde la lógica sé que no tengo ni que pensar en vivir un romance con alguien tan inestable, que sigue obsesionado de manera casi peligrosa con una ex, que no registra en su cuerpo la cosquilla, la quemazón, la duda.
El problema es que hace poco vi esa película, Amigos con hijos, una comedia romántica para un domingo a la tarde, y las putas frases del cine (que son las que siempre me metieron en problemas) me quemaron la cabeza. Hay una escena, cuando ya es casi tarde, que el flaco cae que "la parte del amor es la parte del compartir, de lo de todos los días", y en ese momento pienso en él , y todos los mates lavados que me cebó me dan una acidez capaz de perforar el mármol.
¡Con lo pacata que fui de adolescente! y ahora ando por ahí, teniendo sexo con un amigo y cagándola de una manera soberana.
O no. Quizás un día deje de cagarla, y me enganche con un tipo real yo también. El tiene a quien amar en su idealista cabeza, y yo hago algo así con él, pero no tanto. Quiero creer que no tanto.
Por un momento pensé: yo a esto ya lo viví. Entonces, y como tengo muchas vidas y no las recuerdo todas, fui a los archivos, a los libros de la buena memoria. Y en mis cuadernos y en mi viejo blog encontré datos, fechas, sensaciones imágenes y descripciones exactas de todo esto!
Parece ser que me condenaron a amar profundamente a aquellos que no me corresponderán jamás, así que todavia estoy a tiempo de abandonar este barco antes de que naufrague en mis lagunas mentales.
Mis psicólogos estarían orgullosos de mi.
Y yo también. Aunque esto lo piense llorando
domingo, 23 de septiembre de 2012
Ni uno ni otro
- No soy yo- Le dijo ella al oído mientras él dormía el sueño de la borrachera y el sexo.
- Pero vos te merecés a alguien que se dé cuenta. Y yo también-
-Que se dé cuenta de qué?-, susurró él entre dientes y sueños mareados
- De lo maravilloso que sos; de lo maravillosa que soy yo también.
Yo me doy cuenta, pero no soy yo la que se tiene que dar cuenta.Tiene que ser otra.
Y vos.... vos no te das cuenta de nada. Nunca te diste cuenta de nada.
Yo te voy a seguir queriendo como hasta ahora, y quizás más, por el simple hecho de que estuvimos desnudos y juntos.
Y por lo mismo, vos me vas a querer menos, y te vas a alejar, y te vas a dar menos cuenta todavía de lo maravillosa que soy. -
Y le acarició el pecho, pero él hacía rato que ya no la escuchaba. Quizás nunca la escuchó.
Ella se acurrucó en su lado de la cama, al borde de una lágrima.
Y se rió fuerte hasta que los pájaros, afuera, la imitaron
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